GUÍA MONUMENTAL
IGLESIA DE SAN FRANSCISCO
Es el único resto arquitectónico del desaparecido convento fundado por Jaume I. En un principio se levantó frente a la muralla, pero tuvo que ser derribado durante la guerra con Castilla, volviéndose a construir de nuevo entre 1366 y 1377 en terrenos de la ciudad situados intramuros.
Por hallarse en la aristocrática calle de Montcada se convirtió en panteón de parte de la nobleza setabense. Allí fueron sepultados numerosos personajes: el Conde de Urgell, pretendiente a la Corona de Aragón en el Compromiso de Caspe; ascendientes y parientes de los pontífices de la casa de Borja, Alejandro VI y Calixto III; los Condes de Toreno; los Bertrán de Lis, y otros.
El convento fue incendiado en 1707 y posteriormente reformado y ampliado. Más tarde pasó a ser cuartel, pero, suprimida la guarnición militar, fue subastado y derribado hacia 1960.
El templo pertenece al estilo cisterciense; tiene testero plano, siete capillas de crucería a cada lado de la planta de salón, y cubierta a dos aguas sustentada por seis arcos perpiaños de aristas aboceladas. En reformas sucesivas se construyó un coro elevado, se adosaron pináculos flamígeros a las capillas, se abrió una puerta abocinada al lado de la puerta primitiva. Ya en el siglo XVIII se recubrieron los paramentos interiores al estilo clásico y se construyó una bóveda de cañón. En 1936 fue devastado, convertido en almacén, y posteriormente en cine. No hace mucho se iniciaron las obras de recuperación del espacio gótico original, que aún no han concluido, por lo que no puede visitarse.
Por hallarse en la aristocrática calle de Montcada se convirtió en panteón de parte de la nobleza setabense. Allí fueron sepultados numerosos personajes: el Conde de Urgell, pretendiente a la Corona de Aragón en el Compromiso de Caspe; ascendientes y parientes de los pontífices de la casa de Borja, Alejandro VI y Calixto III; los Condes de Toreno; los Bertrán de Lis, y otros.
El convento fue incendiado en 1707 y posteriormente reformado y ampliado. Más tarde pasó a ser cuartel, pero, suprimida la guarnición militar, fue subastado y derribado hacia 1960.
El templo pertenece al estilo cisterciense; tiene testero plano, siete capillas de crucería a cada lado de la planta de salón, y cubierta a dos aguas sustentada por seis arcos perpiaños de aristas aboceladas. En reformas sucesivas se construyó un coro elevado, se adosaron pináculos flamígeros a las capillas, se abrió una puerta abocinada al lado de la puerta primitiva. Ya en el siglo XVIII se recubrieron los paramentos interiores al estilo clásico y se construyó una bóveda de cañón. En 1936 fue devastado, convertido en almacén, y posteriormente en cine. No hace mucho se iniciaron las obras de recuperación del espacio gótico original, que aún no han concluido, por lo que no puede visitarse.
LA CALLE MONCADA
De los palacios que tenía la nobleza setabense en la calle de Montcada han desaparecido el del duque de Gandía, el del conde de Ripalda, y los de las familias de Rotglà, Bellvís y Tárrega. Algunos, han experimentado importantes modificaciones, pero conservan restos del siglo XIV, como por ejemplo, el de los Despuig (nº 5 de la calle), y el de los Sant Ramón, (nº 12). Sólo uno está intacto, el que construyó Fr. Vicente Cuenca para el caballero Andrés de Diego, y en el que caben destacar el patio, la escalera y los magníficos salones de solados de la Real Fábrica de Valencia.
El palacio contiguo a éste es el de marqués de Montortal, de estructura gótica a la que se superponen añadidos de finales del siglo XVIII. No tan antiguo, pero igualmente interesante es el de los Mahíques-Sanç, recuperado para sede de la Casa de la Cultura, en el cual, el edificio barroco se conjuga con otras dependencias de estilo neoimperio de corte francés.
Después viene el palacio de los Sanç d'Alboi, con el único artesonado gótico que queda en la ciudad, e inmediatamente, dos residencias burguesas del cambio de siglo. Una de ellas, la de estilo modernista, se alza sobre un palacio medieval que perteneció a los Borja de la rama de los duques de Gandía.
En el número 22 que hace esquina a la calle de Vallés, vivieron primero los Sanç de la Llosa, según se ve por el escudo del alero del tejado, y más tarde, los Ros d'Ursins y Puigmoltó, barones de Almisserà.
El palacio contiguo a éste es el de marqués de Montortal, de estructura gótica a la que se superponen añadidos de finales del siglo XVIII. No tan antiguo, pero igualmente interesante es el de los Mahíques-Sanç, recuperado para sede de la Casa de la Cultura, en el cual, el edificio barroco se conjuga con otras dependencias de estilo neoimperio de corte francés.
Después viene el palacio de los Sanç d'Alboi, con el único artesonado gótico que queda en la ciudad, e inmediatamente, dos residencias burguesas del cambio de siglo. Una de ellas, la de estilo modernista, se alza sobre un palacio medieval que perteneció a los Borja de la rama de los duques de Gandía.
En el número 22 que hace esquina a la calle de Vallés, vivieron primero los Sanç de la Llosa, según se ve por el escudo del alero del tejado, y más tarde, los Ros d'Ursins y Puigmoltó, barones de Almisserà.
EL REAL MONASTERIO DE SANTA CLARA
Al final de la calle se levanta el monasterio fundado en 1325 por doña Saurina d'Entença, viuda del almirante Roger de Lauria, conjunto muy suntuoso de estilo gótico mudéjar construido con las rentas de los señoríos de Alcoi, Seta y Trevadell. La pasada guerra dejó en pie el refectorio y el dormitorio que son obra medieval, hoy oculta por reformas de los siglos XVII y XVIII. En la clausura se guardaban algunas piezas de orfebrería medieval y renacentista, imaginería barroca, y valiosas pinturas, entre ellas, el gran lienzo de la Santa Cena de Vicente López.
El monasterio fue clausurado en 2001, y sus pertenencias trasladadas a Canals. Viene a continuación la plaza de la Trinitat, con la puerta flamígera del convento homónimo que en ella había, y con una fuente en el centro que es la más antigua de la ciudad y una de las pocas góticas que quedan en España. Tiene planta octógona y copa prismático-piramidal, en cuyas caras alternaban los escudos de Xàtiva y Valencia, ahora borrados por el tiempo. En la misma plaza se encuentra el Palacio de Alarcón.
El monasterio fue clausurado en 2001, y sus pertenencias trasladadas a Canals. Viene a continuación la plaza de la Trinitat, con la puerta flamígera del convento homónimo que en ella había, y con una fuente en el centro que es la más antigua de la ciudad y una de las pocas góticas que quedan en España. Tiene planta octógona y copa prismático-piramidal, en cuyas caras alternaban los escudos de Xàtiva y Valencia, ahora borrados por el tiempo. En la misma plaza se encuentra el Palacio de Alarcón.
EL PALACIO DE ALARCÓN
Es el edificio civil no público más monumental de la ciudad. Aunque viene considerándose que fue construido después del incendio de Xàtiva y antes de 1730, parece que ya existía en el siglo XVII y era residencia de la familia Cabanilles, condes del Casal. Sus elementos más importantes desde el punto de vista formal son: la gran puerta dovelada y blasonada; la disposición asimétrica de los vanos de la planta principal, en busca de unas mejoras visuales a la calle Montcada; y la volumetría gigante aligerada por la logia superior. Su singularidad estriba en el sincretismo entre la planta, con el único patio claustral privado, quizá de influencia castellana, y los materiales usados en la ornamentación: cerámica, forja y carpintería, características del barroco valenciano de la primera mitad del siglo XVIII.
Dejando a mano izquierda el palacio continuamos por la calle del Ángel, al final de la cual se abre la plazuela de Alejandro VI, llamada así porque en una de las casas de la parte alta nació este pontífice de la familia Borja. Esta plaza, con la fuente de Aldomar, es uno de los espacios urbanos más atractivos de la ciudad.
CONVENTO DE LA CONSOLACIÓN
Si preferimos continuar, llegaremos al poco a la Plaza de San Pedro, corazón del barrio del Mercado y uno de los espacios urbanos en los que antiguamente se celebraban corridas de toros, así como las ceremonias de las proclamaciones reales. El primer edificio que encontramos es la iglesia parroquial
IGLESIA DE SAN PEDRO
Dice la tradición que fue fundada por Jaume I en una antigua mezquita, pero el edificio actual se levantó en el siglo XIV con nave única sustentada por tres arcos de diafragma, según el sistema constructivo llamado gótico de reconquista. Los contrafuertes eran exteriores y la cubierta de madera policromada con motivos geométricos, vegetales, zoomórficos y heráldicos. A finales del siglo XVII se le añadió el presbiterio, se embebieron los contrafuertes y se cubrió con bóveda de cañón de profusa decoración barroca, suprimida hace poco a fin de recuperar la arquitectura gótica.
Dice la tradición que fue fundada por Jaume I en una antigua mezquita, pero el edificio actual se levantó en el siglo XIV con nave única sustentada por tres arcos de diafragma, según el sistema constructivo llamado gótico de reconquista. Los contrafuertes eran exteriores y la cubierta de madera policromada con motivos geométricos, vegetales, zoomórficos y heráldicos. A finales del siglo XVII se le añadió el presbiterio, se embebieron los contrafuertes y se cubrió con bóveda de cañón de profusa decoración barroca, suprimida hace poco a fin de recuperar la arquitectura gótica.
Conserva tres valiosos retablos. El mayor está dedicado a San Pedro y San Pablo y lo componen, ocho tablas pintadas hacia 1400 por un excelente maestro anónimo del período llamado gótico internacional, y otras quince tablas de los siglos XVI y XVII; el de San Miguel y San Jorge, encargado por Guerau de Castellvert, pariente de Alejandro VI, es obra del Maestro de Xàtiva. Y por último, el de los Siete Gozos y Dolores de María, influido por el arte de Rodrigo de Osona, una de las obras sobre tabla más refinadas que se conservan en la ciudad.
Procedente de la ermita del Puig se venera en esta iglesia la imagen titular del siglo XVI en alabastro dorado, llamada de la Encarnación, y una talla policromada de finales del cuatrocientos.
Frente al edificio de la parroquia se levanta el único ejemplar intacto de la arquitectura conventual del XVIII, Sant Onofre el Nou, de la orden franciscana alcantarina.
EXCONVENTO DE SANT ONOFRE EL NOU
Fue construido entre 1715 y 1721 para sustituir el antiguo convento, llamado "El Vell", que estaba extramuros y fue derribado en la Guerra de Sucesión. En la fachada se abre un atrio porticado con tres arcos de medio punto, disposición que parece tener su origen en los porches que había en la plaza para celebrar la feria.
La iglesia es de cruz latina con testero plano y crucero, y cuenta con interesantes arrimaderos cerámicos en la capilla se San Pascual que narran pasajes de su vida, y con pinturas al fresco que representan santos franciscanos. El claustro está situado en el flanco norte, es de dos plantas y reducidas dimensiones, pero de gran armonía y claridad espacial. A raíz de la desamortización el conjunto pasó a ser de propiedad municipal.
Desde la misma plaza se divisa el Calvario Alto, una ermita fortificada del siglo XVIII. Su situación elevada permite ofrecer una inmejorable panorámica sobre el castillo, la teoría de murallas y la ciudad antigua.
A la parte exterior del desaparecido portal de Cocentaina, y envuelta por una pronunciada curva de la carretera de Alicante, está la fuente de mural de los Veinticinco Caños, monumental abrevadero neoclásico levantado entre 1788 y 1804.
Volviendo a entrar en el antiguo recinto para dirigirnos a la Colegiata, podemos tomar dos caminos: si torcemos a mano izquierda por un pequeño ensanche, subiremos por las calles de Carneros y Sant Josep de encaladas casitas populares, hasta llegar a la plazuela del collar de la Paloma y desde allí, bajando la empinada y tortuosa calle del Ardiaca, desembocaremos en la Plaza de la Seo. Si por el contrario escogemos el camino más corto, continuaremos recto por las calles de Ciurana, Bruns y san Vicente llamadas de "volta" por ser de paso obligado de las procesiones generales, hasta llegar al ábside de la Colegiata, conocida por los setabenses con el nombre de la Seo.
LA SEO O COLEGIATA DE SANTA MARIA
El actual edificio ocupa el solar de la mezquita mayor y de la primera colegiata gótica construida en su interior, y comenzó a levantarse en 1596 por acuerdo de los jurados, según planos de un arquitecto anónimo, quizá, Pedro Ladrón de Arce. La recesión económica que supuso la expulsión de los moriscos, la peste de 1648 y la guerra de Cataluña interrumpieron la obra durante gran parte del siglo XVII. Reanudada en 1683, volvió a detenerse en 1707 a raíz de la Guerra de Sucesión, y estuvo parada hasta 1731, por la carencia de recursos económicos. El campanario se inició en 1797 y tardó en concluirse más de 80 años, mientras que la cúpula barroca con tambor y cubierta de teja vidriada se hundió en 1886, siendo sustituida por la actual. Los arquitectos directores de fábrica conocidos, además del citado Ladrón de Arce, son: Francisco de Figuerola, Alberto Pina, Jaime Pérez, el deán Ortiz, Francisco y Vicente Cuenca, Antonio Ferrer, autor de la cúpula, y Luis Ferreres, que acabó la fachada principal.
La planta de la iglesia es de cruz latina con crucero muy acentuado y girola, al estilo de las grandes catedrales góticas, pero el lenguaje formal empleado en la ornamentación es clasicista: pilastras acanaladas, frisos dóricos, frontones, etc. Como empresa arquitectónica constituye una excepcional muestra del manierismo que caracterizó el arte de la primera etapa de la Contrarreforma, y está vinculada al activo foco del obispado de Cartagena. El espacio más original es el presbiterio poligonal perforado por nueve arcos sostenidos por pilastras extraordinariamente alargadas. Además, en el interior cabe destacar los ventanales del crucero, la exquisita labra de las capillas de la girola, la portada de la antigua sacristía hoy museo colegial, así como el altar de San Vicente; y en el exterior, las dos portadas laterales de inspiración barroca, la gran escalinata norte construida en 1753 por el cantero Josep Cuenca y la puerta del ábside, llamada del Mercado, que sigue los modelos de Sebastiano Serlio.
En la pasada guerra fue devastada, desapareciendo el coro, órgano, altares, imágenes, bordados y orfebrería. Conserva sin embargo algunas obras de gran valor artístico, entre las que destaca; la cruz procesional, considerada la mejor pieza de orfebrería esmaltada del siglo XIV en al Corona de Aragón; el cáliz de Calixto III; la Custodia Mayor del Corpus, y otras piezas trasladadas no hace mucho a la antigua sacristia, como el retablo de Santa Ana, obra maestra pintada por Joan Reixac en 1452 y las tablas del mismo autor, Santa Elena y San Sebastián, de gran fama ésta última por suponerse erróneamente que es el retrato de Ausiàs March.
Especial comentario merece el tabernáculo del altar mayor, diseñado por Ventura Rodríguez, sin duda una obra maestra, en el que trabajaron también el adornista Guixart y el escultor Esteve Bonet. La imagen titular fue tallada por Mariano Benlliure, inspirándose en la iconografía de la desaparecida talla gótica.
La plaza de la Seo es uno de los espacios urbanos de mayor significación histórica: en ella tenían lugar las anuales corridas de toros, los actos de las proclamaciones reales, el montaje del catafalco de la Asunta en su octava, y otros acontecimientos religiosos y profanos.
Las esculturas en bronce de los dos pontífices Borja que se alzan en el atrio de la Colegiata son obra de Octavio Vicent.
La planta de la iglesia es de cruz latina con crucero muy acentuado y girola, al estilo de las grandes catedrales góticas, pero el lenguaje formal empleado en la ornamentación es clasicista: pilastras acanaladas, frisos dóricos, frontones, etc. Como empresa arquitectónica constituye una excepcional muestra del manierismo que caracterizó el arte de la primera etapa de la Contrarreforma, y está vinculada al activo foco del obispado de Cartagena. El espacio más original es el presbiterio poligonal perforado por nueve arcos sostenidos por pilastras extraordinariamente alargadas. Además, en el interior cabe destacar los ventanales del crucero, la exquisita labra de las capillas de la girola, la portada de la antigua sacristía hoy museo colegial, así como el altar de San Vicente; y en el exterior, las dos portadas laterales de inspiración barroca, la gran escalinata norte construida en 1753 por el cantero Josep Cuenca y la puerta del ábside, llamada del Mercado, que sigue los modelos de Sebastiano Serlio.
En la pasada guerra fue devastada, desapareciendo el coro, órgano, altares, imágenes, bordados y orfebrería. Conserva sin embargo algunas obras de gran valor artístico, entre las que destaca; la cruz procesional, considerada la mejor pieza de orfebrería esmaltada del siglo XIV en al Corona de Aragón; el cáliz de Calixto III; la Custodia Mayor del Corpus, y otras piezas trasladadas no hace mucho a la antigua sacristia, como el retablo de Santa Ana, obra maestra pintada por Joan Reixac en 1452 y las tablas del mismo autor, Santa Elena y San Sebastián, de gran fama ésta última por suponerse erróneamente que es el retrato de Ausiàs March.
Especial comentario merece el tabernáculo del altar mayor, diseñado por Ventura Rodríguez, sin duda una obra maestra, en el que trabajaron también el adornista Guixart y el escultor Esteve Bonet. La imagen titular fue tallada por Mariano Benlliure, inspirándose en la iconografía de la desaparecida talla gótica.
La plaza de la Seo es uno de los espacios urbanos de mayor significación histórica: en ella tenían lugar las anuales corridas de toros, los actos de las proclamaciones reales, el montaje del catafalco de la Asunta en su octava, y otros acontecimientos religiosos y profanos.
Las esculturas en bronce de los dos pontífices Borja que se alzan en el atrio de la Colegiata son obra de Octavio Vicent.
HOSPITAL REAL
Frente a la Colegiata está el hospital, institución fundada por un particular a principios del siglo XV y puesta bajo la administración de la Cofradía de la Virgen. La parte más antigua es la capilla, construida a mediados del XV, con interior de bóveda estrellada y claves y modillones policromados, y fachada de arcos conopiales con pináculos, gabletes, y un coro de ángeles músicos que rodean a la Virgen. Los cuatro grandes ventanales conjugan el lenguaje formal renacentista con la estructura trilobulada de semántica gótica, mientras que la portada está concebida como arco de triunfo de pilastras dóricas, friso, frontón y hornacinas aveneradas, pertenece plenamente al estilo renacimiento. Por último, la elegante y severa logia se construyó en el siglo XVII, cuando se había impuesto la arquitectura desornamentada.
El hospital quedó muy afectado por el incendio de 1707, en especial el interior. Fue reconstruido en la primera parte del siglo XVIII y sus salas decoradas a finales del mismo siglo con arrimaderos de azulejos de la Real Fábrica de Valencia, adquirida hacía poco por el setabense de origen francés, Marcos Antonio Disdier. Recientemente se ha restaurado el salón noble, y construido un claustro de dos plantas para mejorar la circulación interna del edificio.
EL PALAU
Al inicio de la calle de l'Ardiaca que asciende desde la plaza de la Seo hacia la montaña, está el edificio que los setabenses conocen por el Palau. En realidad se trata de los restos de una construcción más compleja de la cual nos ha llegado una pequeña sala del siglo XIV, con cuatro arcos perpiaños abocelados y una ventana trífora de arquitos semicirculares y toscos ajimeces. La puerta de la calle es dovelada y está tres veces blasonada con el escudo Borja. El Palau era la sede del arcediano de Xàtiva, dignidad de la Colegiata que siempre ostentó un canónigo de la catedral de Valencia.
EXCONVENTO DE LA IGLESIA DE SANTO DOMINGO
Fue fundado por Jaume I en el arrabal morisco. En 1285 los frailes predicadores se trasladaron al convento construido por la Orden de la Penitencia de Jesucristo, que había sido abandonado al ser disuelta ésta por el papa. Entre sus dependencias destacaba el gran refectorio cisterciense y la esbelta sala capitular. La iglesia comenzó a levantarse o tal vez a ampliarse en 1323, y sufrió una importante reforma en el siglo XVII a raíz del hundimiento del campanario.
Después de la desamortización se convirtió en teatro y más tarde en cine, para lo cual se llevaron a término importantes modificaciones que con el tiempo causaron graves perjuicios a la fábrica. El claustro, la sala capitular, el refectorio y el resto de las dependencias fueron derribados entre 1966 y 1973 y, más tarde, sus ruinas fueron declaradas monumento nacional y adquiridas por el Ayuntamiento, junto a la antigua iglesia. Este templo esta actualmente en fase muy avanzada de restauración.
Después de la desamortización se convirtió en teatro y más tarde en cine, para lo cual se llevaron a término importantes modificaciones que con el tiempo causaron graves perjuicios a la fábrica. El claustro, la sala capitular, el refectorio y el resto de las dependencias fueron derribados entre 1966 y 1973 y, más tarde, sus ruinas fueron declaradas monumento nacional y adquiridas por el Ayuntamiento, junto a la antigua iglesia. Este templo esta actualmente en fase muy avanzada de restauración.
LA BOTIGA CENTRAL
Si volvemos a la plaza de la Seo y desde ella nos dirigimos al mercado, al pasar junto al campanario podemos detenernos ante la antigua Botica Central, hoy Oficina de del Consumidor. En la fachada de la misma hallaremos un monumental retablo de azulejos de estilo rococó dedicado a la Virgen de la Seo, que aparece rodeada de aquellos personajes setabenses que alcanzaron la santidad o un elevado rango eclesiástico. El registro inferior de la composición representa una vista de la ciudad amurallada, y el que hay inmediatamente encima, una galería de teólogos, virreyes, caballeros y dignidades de órdenes religiosas, repartidos a ambos lados de símbolos alegóricos de los pintores, los guerreros, los navegantes y los hombres de letras.
En la planta baja del edificio se conservan las estanterías y los botes de farmacia, tal y como se colocaron hace casi un siglo.
En la planta baja del edificio se conservan las estanterías y los botes de farmacia, tal y como se colocaron hace casi un siglo.
LA PLAZA DEL MERCADO
Al final de esta calle, llamada de Noguera, está la plaza del Mercado, quizá el espacio urbano de mayor interés ambiental. Los edificios son del XVIII en su mayoría y los de los lados recayentes a poniente y a mediodía se levantan sobre porches. En esta plaza Mayor, tenían también lugar antiguamente las proclamaciones reales, las subastas de obras municipales e incluso, en alguna época, las ejecuciones públicas. Cada martes y viernes recobra su pulso, ofreciendo un abigarrado espectáculo mercantil y popular.
En el extremo opuesto de la misma hay una calle estrecha que asciende a la de la Corretgeria, la arteria urbana más importante desde la edad media hasta el siglo pasado. Tomando a mano derecha, dos manzanas más adelante encontramos una minúscula plaza donde está el Museo de l'Almodí.
EL MUSEO L’ALMODÍ
El almudín era el lugar destinado al almacenamiento y venta del trigo. A principios del siglo XVI el edificio se había quedado pequeño, por lo que en 1530 los jurados de la ciudad acordaron la construcción de otro más capaz en el solar de una casa contigua al existente. Las obras no comenzaron hasta quince años más tarde y se concluyeron en 1548. La fachada es aún gótica con la puerta dovelada y el arrabá poligonal que enmarca los escudos del reino. El interior se dispuso en forma de patio claustral de tres arcos de medio punto en los lados mayores y uno en los menores, sostenidos por columnas jónicas. En la planta baja se realizaban las transacciones, y la alta se destinaba a almacén.
La lonja del trigo es a la vez el último edificio medieval que se levantó en Xàtiva y el primero en el que se utilizó el lenguaje renacentista, aunque lo hicieron con notorias licencias que indican la incipiente asimilación de éste.
En 1919 fue elegido como sede del recién creado museo, donde se depositaron los fondos artísticos y arqueológicos del municipio, y en 1986 se ampliaron las instalaciones, añadiéndole el edificio contiguo.
Posee importantes colecciones, así como piezas excepcionales. De entre la pintura destacaremos: el retablo gótico del Salvador y la tabla de Nicolau Falcó representando a San Nicolás y San Dionisio; el conocido retrato de Felipe V, que está colgado cabeza abajo por haber decretado el incendio y destrucción de la ciudad; el de Fernando VII, espléndida obra de Vicente López, así como obras de Constantino Gómez, Parra, Peris Brel, Navarro Llorens, Estruch, Rusiñol y José Benlliure.
No debemos omitir el medio centenar de lienzos de los siglos XVII al XIX, cedidos en depósito por el Museo del Prado, tanto de grandes maestros, Ribera, Luca Giordano, Carducho, Palomino, Juan Bautista Mazo, como del taller o de la escuela de Teniers, Breughel, Rembrandt, Murillo y Velázquez.
El Museo de l'Almodí tiene también una extensa colección de grabados de autores tan famosos como Callot, Piranessi, Goya, Martí y otros.
No tan nutrida es la sección de escultura, de la que citaremos la Cruz del camino de Valencia, los restos de la Capilla de Calixto III, y una exquisita imagen yacente de la Asunta de 1769, con manto bordado en estilo rococó.
La arqueología tiene una abundante y rica representación que se abre con una cabeza ibérica masculina y otra magnífica testa de toro en mármol, de época adrianea.
Pero sin duda alguna, la obra más importante del Museo de l'Almodí es la famosa Pila Islámica del siglo XI de mármol de Buixcarró, con escenas figurativas de compleja interpretación. Otras piezas arqueológicas de interés son el doble arco y el alfarje del Palacio de Pinohermoso, que datan de época almohade, con un repertorio ornamental similar al de la Alhambra, pero muy anterior.
El museo exhibe asimismo cerámica islámica, mobiliario del siglo XVIII, tejidos, bordados y orfebrería.
La lonja del trigo es a la vez el último edificio medieval que se levantó en Xàtiva y el primero en el que se utilizó el lenguaje renacentista, aunque lo hicieron con notorias licencias que indican la incipiente asimilación de éste.
En 1919 fue elegido como sede del recién creado museo, donde se depositaron los fondos artísticos y arqueológicos del municipio, y en 1986 se ampliaron las instalaciones, añadiéndole el edificio contiguo.
Posee importantes colecciones, así como piezas excepcionales. De entre la pintura destacaremos: el retablo gótico del Salvador y la tabla de Nicolau Falcó representando a San Nicolás y San Dionisio; el conocido retrato de Felipe V, que está colgado cabeza abajo por haber decretado el incendio y destrucción de la ciudad; el de Fernando VII, espléndida obra de Vicente López, así como obras de Constantino Gómez, Parra, Peris Brel, Navarro Llorens, Estruch, Rusiñol y José Benlliure.
No debemos omitir el medio centenar de lienzos de los siglos XVII al XIX, cedidos en depósito por el Museo del Prado, tanto de grandes maestros, Ribera, Luca Giordano, Carducho, Palomino, Juan Bautista Mazo, como del taller o de la escuela de Teniers, Breughel, Rembrandt, Murillo y Velázquez.
El Museo de l'Almodí tiene también una extensa colección de grabados de autores tan famosos como Callot, Piranessi, Goya, Martí y otros.
No tan nutrida es la sección de escultura, de la que citaremos la Cruz del camino de Valencia, los restos de la Capilla de Calixto III, y una exquisita imagen yacente de la Asunta de 1769, con manto bordado en estilo rococó.
La arqueología tiene una abundante y rica representación que se abre con una cabeza ibérica masculina y otra magnífica testa de toro en mármol, de época adrianea.
Pero sin duda alguna, la obra más importante del Museo de l'Almodí es la famosa Pila Islámica del siglo XI de mármol de Buixcarró, con escenas figurativas de compleja interpretación. Otras piezas arqueológicas de interés son el doble arco y el alfarje del Palacio de Pinohermoso, que datan de época almohade, con un repertorio ornamental similar al de la Alhambra, pero muy anterior.
El museo exhibe asimismo cerámica islámica, mobiliario del siglo XVIII, tejidos, bordados y orfebrería.
EXCONVENTO DE SAN AGUSTÍN
Si al salir del museo tomamos un callejón que asciende hacia la parte alta de la ciudad, llegaremos al antiguo convento de San Agustín construido a finales del siglo XVII.
En el claustro se respetó la disposición canónica de los órdenes, aunque los capiteles de las pilastras del piso superior se alejan de la ortodoxia. La iglesia, ahora sala de audiciones musicales, tiene una sencilla portada clasicista y un remate mixtilíneo, planta de cruz latina con acusado crucero, cúpula con pechinas pintadas y testero plano. Pero el espacio más original es el trasagrario ornamentado en estilo rococó con cartelas de rocallas de gran calidad y un aparatoso pabellón eucarístico, en el que no faltan ángeles y cortinas escenográficas
En el claustro se respetó la disposición canónica de los órdenes, aunque los capiteles de las pilastras del piso superior se alejan de la ortodoxia. La iglesia, ahora sala de audiciones musicales, tiene una sencilla portada clasicista y un remate mixtilíneo, planta de cruz latina con acusado crucero, cúpula con pechinas pintadas y testero plano. Pero el espacio más original es el trasagrario ornamentado en estilo rococó con cartelas de rocallas de gran calidad y un aparatoso pabellón eucarístico, en el que no faltan ángeles y cortinas escenográficas
LA CASA DE LA ENSEÑANZA
Al salir de San Agustín casi hemos acabado la visita a pie de la ciudad, que podemos completar bajando por la calle de las Santas hasta llegar frente al edificio construido en 1758 por encargo del arzobispo de Valencia Andrés Mayoral para colegio de huérfanas. La portada es de estilo rococó con dos leones que enmarcan el escudo del prelado y en el interior hay un patio con una fuente barroca de mármol, y una interesante escalera. Durante muchos años albergó el instituto de bachillerato, y recientemente se ha previsto destinarlo para albergar las colecciones artísticas del Museo de l'Almodí.
Contigua a la plaza a la que recae la fachada de la Casa de la Enseñanza está la plaza de Santa Tecla, nombre de una iglesia de la reconquista desaparecida en 1707 de la cual queda el campanario, que era a su vez torre de la muralla.
Los siguientes monumentos están en la falda de la montaña, y se puede llegar a ellos en vehículo partiendo de la plaza del Españoleto y cruzando la de la Galera y la del Trinquet, para tomar la carretera del castillo. Al inicio de ésta pasamos ante la Puerta de la Ametla, ejemplar bastante bien conservado de la arquitectura militar del siglo XIV. Un poco más arriba ya estamos en el solar de la primitiva ciudad, que hoy es una suave pendiente de bancales escalonados plantados de algarrobos, olivos y almendros, bajo al cual permanece sepultada la ciudad romana.
Hasta el siglo pasado existían en esta zona una iglesia del siglo XIII, un monasterio del siglo XIV y dos ermitas, pero hoy algunas de estas construcciones han desaparecido. La ermita situada a la parte izquierda de la carretera es al llamada de San José.
Contigua a la plaza a la que recae la fachada de la Casa de la Enseñanza está la plaza de Santa Tecla, nombre de una iglesia de la reconquista desaparecida en 1707 de la cual queda el campanario, que era a su vez torre de la muralla.
Los siguientes monumentos están en la falda de la montaña, y se puede llegar a ellos en vehículo partiendo de la plaza del Españoleto y cruzando la de la Galera y la del Trinquet, para tomar la carretera del castillo. Al inicio de ésta pasamos ante la Puerta de la Ametla, ejemplar bastante bien conservado de la arquitectura militar del siglo XIV. Un poco más arriba ya estamos en el solar de la primitiva ciudad, que hoy es una suave pendiente de bancales escalonados plantados de algarrobos, olivos y almendros, bajo al cual permanece sepultada la ciudad romana.
Hasta el siglo pasado existían en esta zona una iglesia del siglo XIII, un monasterio del siglo XIV y dos ermitas, pero hoy algunas de estas construcciones han desaparecido. La ermita situada a la parte izquierda de la carretera es al llamada de San José.
ERMITA DE SAN JOSÉ Y SANTA BÁRBARA
Originariamente era una capilla dedicada a la santa bajo cuya protección estaba la Puerta de la Algema, que era el acceso fortificado desde la ciudad a la zona del castillo. Más tarde el control del templo paso al gremio de carpinteros que a finales del siglo XVIII encargó al arquitecto Francisco Cuenca la construcción de la actual ermita.
Es un edificio relativamente complejo, de planta de cruz latina, ábside, triforios y una sacristía cubierta con bóveda esquifada y decorada en trampantojo. Tiene dos accesos, uno lateral a poniente y otro más antiguo bajo el campanario que está centrado a los pies del templo. Al lado de éste hay otra puerta gótica tapiada a través de la cual, según la tradición, hizo su entrada a la ciudad Jaume I. La cruz que hay ante ella se construyó durante el renacimiento sobre el fuste de una columna romana.
Desde aquí se puede acceder al mirador llamado el Bellveret, límite de la ciudad hasta el siglo X y del primitivo circuito de murallas todavía visible, o bien, cruzar el pequeño puente que salva un desagüe natural de la montaña para llegar a la iglesia de San Félix, situada en el lugar que tradicionalmente se cree estuvo el foro romano.
Es un edificio relativamente complejo, de planta de cruz latina, ábside, triforios y una sacristía cubierta con bóveda esquifada y decorada en trampantojo. Tiene dos accesos, uno lateral a poniente y otro más antiguo bajo el campanario que está centrado a los pies del templo. Al lado de éste hay otra puerta gótica tapiada a través de la cual, según la tradición, hizo su entrada a la ciudad Jaume I. La cruz que hay ante ella se construyó durante el renacimiento sobre el fuste de una columna romana.
Desde aquí se puede acceder al mirador llamado el Bellveret, límite de la ciudad hasta el siglo X y del primitivo circuito de murallas todavía visible, o bien, cruzar el pequeño puente que salva un desagüe natural de la montaña para llegar a la iglesia de San Félix, situada en el lugar que tradicionalmente se cree estuvo el foro romano.
ERMITA DE SAN FELIX
Pertenece al tipo de iglesias surgido muy tempranamente en Occitania que se difundió en la Corona de Aragón a raíz de la reconquista, y es la más antigua de la ciudad, ya que se construyó en 1265 sobre el solar de la basílica visigoda. El edificio es rectangular con cuatro arcos diafragmáticos de extraordinaria luz que sostienen la cubierta de madera a dos vertientes, y ventanas y portada románicas, muy poco frecuentes en el Reino de Valencia. En la fachada norte hay un atrio sustentado por seis columnas romanas de mármol, todas distintas.
En el interior se conservan numerosos vestigios antiguos: algunas lápidas romanas y una pila de agua bendita labrada en alabastro en el siglo XIII. Son muy interesantes las pinturas murales de estilo gótico lineal existentes en el testero y en dos entrepaños del lado sur.
El retablo mayor que está dedicado a San Félix de Girona patrón de Xàtiva fue un encargo realizado hacia 1507 al Maestro de Artés por los jurados, hecho de que quisieron dejar constancia colocando el escudo del reino y de la ciudad en el guardapolvo. En el neto figuran representados san Juan Bautista, patrono del gremio de sogueros, y san Eloy, patrono de los herreros, cerrajeros y plateros, así como escenas de la Pasión y de la vida de la Virgen.
Entre las tablas sueltas existentes a los pies del templo destacan la de la Magdalena de Joan Reixac, la de la Virgen entre san Bernardo y san Benito, obra del Maestro de Borbotó y las que pertenecían al retablo de la Virgen de la Leche obra del pintor de la escuela del Maestrat Valentí Montolíu.
En el interior se conservan numerosos vestigios antiguos: algunas lápidas romanas y una pila de agua bendita labrada en alabastro en el siglo XIII. Son muy interesantes las pinturas murales de estilo gótico lineal existentes en el testero y en dos entrepaños del lado sur.
El retablo mayor que está dedicado a San Félix de Girona patrón de Xàtiva fue un encargo realizado hacia 1507 al Maestro de Artés por los jurados, hecho de que quisieron dejar constancia colocando el escudo del reino y de la ciudad en el guardapolvo. En el neto figuran representados san Juan Bautista, patrono del gremio de sogueros, y san Eloy, patrono de los herreros, cerrajeros y plateros, así como escenas de la Pasión y de la vida de la Virgen.
Entre las tablas sueltas existentes a los pies del templo destacan la de la Magdalena de Joan Reixac, la de la Virgen entre san Bernardo y san Benito, obra del Maestro de Borbotó y las que pertenecían al retablo de la Virgen de la Leche obra del pintor de la escuela del Maestrat Valentí Montolíu.
LA NEVERA
En medio de un campo de olivos y algarrobos situado un poco más arriba de la iglesia de San Félix están las ruinas de una cava de nieve - llamada aquí Nevera- que se construyó hacia finales del siglo XVII o principios de XVIII.
Se trata de una gran cavidad de unos diez metros de diámetro y otros tantos de profundidad, vaciada en la roca y cerrada por una construcción circular de mampostería que se cubría mediante una bóveda rebajada.
Desde principios del siglo XVI la ciudad de Xàtiva poseía varias cavas en la sierra de Mariola, en las que se almacenaba la nieve caída durante el invierno. Al llegar el buen tiempo se transportaba hasta la ciudad a fin de abastecer a la población, que la usaba, tanto para fabricar sorbetes, como para bajar la fiebre a los enfermos afectados de paludismo. Sabemos muy poco de la nevera de la sierra del Castillo, que tal vez pudo usarse como depósito del concesionario del abastecimiento.
La bóveda, cubierta de teja y rematada por una imagen de la Virgen se hundió en 1927.
EL CASTILLO
Comprende en realidad dos castillos llamados Menor y Mayor que se extienden de levante a poniente en la cima de la montaña y están unidos por potentes estructuras militares. Desde una y otra fortaleza bajan las murallas que encerraban la ciudad altomedieval, a las que se añadió más tarde un segundo circuito para abarcar lo que hoy es el centro histórico.
A causa de su favorable situación el castillo controlaba la vía romana, por lo que desempeñó un papel trascendental en las campañas de Aníbal, de Escipión y Sertorio. Su importancia estratégica se incrementó a raíz de la nueva etapa en la que se vio envuelta la península después del destronamiento de la dinastía Omeya y de la subsiguiente descomposición del califato de Córdoba.
Los monarcas cristianos convirtieron la ciudad en la plaza fuerte que defendía el paso desde Castilla a la capital del reino, y su fortaleza en prisión de estado de la Corona de Aragón donde cumplieron condena, entre otros, príncipes pretendientes a dicha corona y a la de Mallorca y Nápoles. Fue pieza clave durante la Guerra de la Unión y la de los dos Pedros con Castilla, y tuvo una decisiva participación en el conflicto de las Germanías y en la Guerra de Sucesión a la Corona de España, iniciada en 1705. Pero los daños ocasionados por la artillería de las tropas de Felipe V durante esta contienda y los efectos del terremoto de 1748 hicieron declinar su importancia estratégica, casi irrelevante ya en el momento de la invasión francesa y prácticamente nula en las Guerras Carlistas del siglo pasado.
La fábrica hoy conservada es, según las zonas, de tapial encofrado, de mampostería o de sillares aparejados, en su mayoría de época islámica o del siglo XIV.
Entrando por la moderna Torre del Homenaje a la izquierda se sube al Castillo Menor, del cual sólo quedan las fortificaciones perimetrales y las puertas. Han desaparecido cubiertas, forjados y dependencias. Si en cambio seguimos hacia poniente, penetraremos en el recinto del Castillo Mayor, no tan antiguo, pero mejor conservado. En éste hallamos primeramente la plaza de armas y la residencia actual construida hace unos setenta años. Al lado opuesto de la plaza está la Puerta del Socorro construida en el siglo XIV, que en caso de asedio permitía la comunicación con el exterior a través del valle de Bixquert.
En el recinto más alto se encuentra la capilla, que es la edificación que nos ha llegado más completa, mandada levantar en 1435 por la reina María esposa de Alfonso el Magnánimo. Es un edificio de pequeñas dimensiones, con puerta lateral de dovelas semicirculares enmarcadas por un arrabá rectangular. El interior es de tres bóvedas de nervaduras diagonales de medio punto, las cuales arrancan de modillones que ostentan las armas reales. En el centro de la nave se colocó hace unas décadas el sarcófago moderno que - se dice- contiene los despojos del conde Urgell, pretendiente a la Corona de Aragón en el Compromiso de Caspe, preso en este Castillo, donde murió.
Muy cerca de la capilla está la famosa prisión también del siglo XIV. Consta de una cámara para el cuerpo de guardia, a través de la que se accede a una estancia rectangular carente de iluminación, cubierta por una imponente bóveda ojival de piedra. Pocas veces una obra arquitectónica produce sensaciones tan siniestras.
La parte más elevada de la fortaleza la ocupa la zona, hoy ruinosa, que es conocida como Sala del duque de Calabria por haber sido la residencia especial donde estuvo prisionero a principios del siglo XVI Fernando de Aragón, que, muerto Fernando el Católico, sería virrey de Valencia. Guerras y terremotos han hecho desaparecer casi por completo estas dependencias, de las que subsiste una grácil ventana bífora de restaurado ajimez.
Desde aquí se divisan dos ermitas góticas alejadas del casco urbano. Una, a levante, sobre un monte aislado llamado el Puig, y otra, dedicada a Santa Ana, en la montaña cónica que hay al extremo norte de la huerta, frente al castillo.
Comprende en realidad dos castillos llamados Menor y Mayor que se extienden de levante a poniente en la cima de la montaña y están unidos por potentes estructuras militares. Desde una y otra fortaleza bajan las murallas que encerraban la ciudad altomedieval, a las que se añadió más tarde un segundo circuito para abarcar lo que hoy es el centro histórico.
A causa de su favorable situación el castillo controlaba la vía romana, por lo que desempeñó un papel trascendental en las campañas de Aníbal, de Escipión y Sertorio. Su importancia estratégica se incrementó a raíz de la nueva etapa en la que se vio envuelta la península después del destronamiento de la dinastía Omeya y de la subsiguiente descomposición del califato de Córdoba.
Los monarcas cristianos convirtieron la ciudad en la plaza fuerte que defendía el paso desde Castilla a la capital del reino, y su fortaleza en prisión de estado de la Corona de Aragón donde cumplieron condena, entre otros, príncipes pretendientes a dicha corona y a la de Mallorca y Nápoles. Fue pieza clave durante la Guerra de la Unión y la de los dos Pedros con Castilla, y tuvo una decisiva participación en el conflicto de las Germanías y en la Guerra de Sucesión a la Corona de España, iniciada en 1705. Pero los daños ocasionados por la artillería de las tropas de Felipe V durante esta contienda y los efectos del terremoto de 1748 hicieron declinar su importancia estratégica, casi irrelevante ya en el momento de la invasión francesa y prácticamente nula en las Guerras Carlistas del siglo pasado.
La fábrica hoy conservada es, según las zonas, de tapial encofrado, de mampostería o de sillares aparejados, en su mayoría de época islámica o del siglo XIV.
Entrando por la moderna Torre del Homenaje a la izquierda se sube al Castillo Menor, del cual sólo quedan las fortificaciones perimetrales y las puertas. Han desaparecido cubiertas, forjados y dependencias. Si en cambio seguimos hacia poniente, penetraremos en el recinto del Castillo Mayor, no tan antiguo, pero mejor conservado. En éste hallamos primeramente la plaza de armas y la residencia actual construida hace unos setenta años. Al lado opuesto de la plaza está la Puerta del Socorro construida en el siglo XIV, que en caso de asedio permitía la comunicación con el exterior a través del valle de Bixquert.
En el recinto más alto se encuentra la capilla, que es la edificación que nos ha llegado más completa, mandada levantar en 1435 por la reina María esposa de Alfonso el Magnánimo. Es un edificio de pequeñas dimensiones, con puerta lateral de dovelas semicirculares enmarcadas por un arrabá rectangular. El interior es de tres bóvedas de nervaduras diagonales de medio punto, las cuales arrancan de modillones que ostentan las armas reales. En el centro de la nave se colocó hace unas décadas el sarcófago moderno que - se dice- contiene los despojos del conde Urgell, pretendiente a la Corona de Aragón en el Compromiso de Caspe, preso en este Castillo, donde murió.
Muy cerca de la capilla está la famosa prisión también del siglo XIV. Consta de una cámara para el cuerpo de guardia, a través de la que se accede a una estancia rectangular carente de iluminación, cubierta por una imponente bóveda ojival de piedra. Pocas veces una obra arquitectónica produce sensaciones tan siniestras.
La parte más elevada de la fortaleza la ocupa la zona, hoy ruinosa, que es conocida como Sala del duque de Calabria por haber sido la residencia especial donde estuvo prisionero a principios del siglo XVI Fernando de Aragón, que, muerto Fernando el Católico, sería virrey de Valencia. Guerras y terremotos han hecho desaparecer casi por completo estas dependencias, de las que subsiste una grácil ventana bífora de restaurado ajimez.
Desde aquí se divisan dos ermitas góticas alejadas del casco urbano. Una, a levante, sobre un monte aislado llamado el Puig, y otra, dedicada a Santa Ana, en la montaña cónica que hay al extremo norte de la huerta, frente al castillo.
ERMITA DEL PUIG
La ermita del Puig o de la Encarnación es una construcción fortificada del siglo XIV, compuesta por vivienda, cuadras, horno y algibes, además del templo propiamente dicho, que es de una nave de bóveda de crucería sobre pilastras. Son muy interesantes las claves primera y segunda por los exquisitos relieves que representan la Anunciación y el escudo de la ciudad. El sendero que subía desde el llano ha desaparecido con el tiempo, y el complejo arquitectónico está abandonado y en ruinas desde la pasada guerra.
ERMITA DE SANTA ANA
La ermita de Santa Ana es el más moderno de los tres edificios conservados de bóveda de crucería, y el único sin ningún arco ojival. Para llegar a ella hay que atravesar la vecina localidad de la Llosa de Ranes y tomar el camino de los Baños que sube al enclave territorial perteneciente al municipio de Xàtiva, situado en la cúspide de un monte cónico. Desde esta cima se divisan la huerta de Xàtiva, la propia ciudad y sus castillos y, más al sur, las sierras de Mariola, Aitana y Benicadell. Por el norte, toda la ribera del Xúquer, y, de levante a poniente, desde el Mediterráneo a al frontera de Castilla.
Más información: http://www.xativaturismo.com/
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